Dolor, cansancio, falta de concentración o trastornos del sueño son algunos de los síntomas de la fibromialgia. En el peor de los casos, todos estos efectos pueden afectar a la calidad de vida de las personas que padecen esta enfermedad.

Hay que tener en cuenta que la fibromialgia es un síndrome de sensibilización central, o SSC por sus siglas, en el que se produce una disminución del umbral sensitivo. A consecuencia de esto, la percepción de los estímulos sufre una alteración sintiendo proporcionalmente más dolor ante los estímulos externos.

Otras enfermedades que se incluyen en esta categoría son el colon irritable, las piernas inquietas, la fatiga crónica, los trastornos de articulación temporomandibular y la cefalea tensional o migrañosa.

Para entender más sobre el origen de la fibromialgia, hemos contactado con el doctor Juan Muñoz Ortego, especialista en Reumatología del Centro Médico TeknonEste enlace se abrirá en una ventana nueva, quien nos ayuda a identificar los síntomas característicos, así como a conocer los tratamientos disponibles.

Cómo identificar la fibromialgia

Sus principales síntomas son el dolor y la fatiga continuos. El primero es de tipo crónico y se extiende a diversas zonas del cuerpo, afectando a varios grupos musculares.

Por otro lado, el cansancio también es muy frecuente, junto a las crisis de agotamiento. La sensación es como si al paciente se le agotara la energía y necesitara obligatoriamente tomar un descanso.

Mujer con fibromialgia

Otros síntomas de esta enfermedad

Además del dolor y el cansancio, la fibromialgia también puede provocar:

  • Pérdida de atención y concentración
  • Cambios en el ritmo intestinal
  • Alteraciones del sueño
  • Incontinencia urinaria
  • Cambios en el estado emocional
  • Estrés
  • Ansiedad

Causas de la fibromialgia

El origen todavía se desconoce, aunque se plantean diversas causas sumatorias. Bajo un componente de predisposición genética, que no está determinado, se han señalado los siguientes factores sumatorios que pueden influir:

  • Infecciones de tipo viral
  • Hábitos alimentarios no saludables
  • Tabaquismo
  • Inactividad física
  • Insomnio
  • Traumatismos
  • Cirugías
  • Alta carga de estrés en el trabajo o la familia

Qué especialista puede diagnosticar la fibromialgia

Es aconsejable acudir a un profesional de Reumatología, ya que es la especialidad referente en las patologías del aparato locomotor. Una vez en la consulta, podemos elaborar una historia clínica detallada, realizar una exploración física y solicitar otras pruebas necesarias para detectar la fibromialgia, como, por ejemplo, una analítica o ecografías articulares.

Tratamientos para la fibromialgia

En primer lugar, debemos comprender la situación bio-psico-social de cada persona, y, después, trazamos un correcto plan de desarrollo de la terapia, incluyendo un punto de vista multidisciplinar.

Entre los tratamientos disponibles para la fibromialgia se encuentran:

  • Alimentación específica. Hay varios planes de alimentación que se orientan al síndrome de sensibilización central, como las dietas antioxidantes, alcalinizantes, antiinflamatorias o sin gluten.
  • Terapia de psicología y psicofarmacología, que son una parte fundamental. Esto ayuda a conocer la fibromialgia, manejar el estrés y ajustar las costumbres, lo que permite abordar de forma global los efectos de esta enfermedad. Es necesario que esta terapia sea individualizada y, por eso, variará según los síntomas y la personalidad de cada persona.
  • Tratamiento de fisioterapia. Consigue efectos en el sistema nervioso, muscular y articular. Las irregularidades del tono muscular se tratan a través de procedimientos manuales, movimientos personalizados y reeducación de la postura.
  • Acupuntura médica. Se recomienda como primera línea terapéutica por sus propiedades analgésicas, antiinflamatorias, ansiolíticas y antidepresivas. Actúa como neuromodulador que ayuda a la desensibilización del sistema nervioso central y a aliviar los síntomas de la fibromialgia.

¿Se cura la fibromialgia?

El pronóstico puede ser favorable si se aplica una terapia y seguimiento individualizados. Si no es así, las crisis son habituales, y la vida personal y familiar se puede ver afectada de forma considerable debido al dolor y al cansancio.

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