La resistencia a los antibióticos ocurre cuando las bacterias mutan para hacerse más resistentes a estos fármacos. Aunque esto es un proceso natural, ya que los organismos tienden a cambiar para defenderse de lo que les ataca, lo cierto es que la toma de antibióticos de manera inadecuada o recurrente sin necesidad real está acelerando peligrosamente el fenómeno.

Además, esta resistencia a los antibióticos no solo hace más vulnerable a la persona que toma la medicación, sino que el riesgo se extiende a toda la sociedad, ya que dificulta el tratamiento de las infecciones bacterianas y aumenta la probabilidad de su propagación.

Para saber más sobre la resistencia a los antibióticos, hemos contactado con el doctor José Alejandro Medina García, jefe de Medicina Interna del Hospital Quirónsalud TenerifeEste enlace se abrirá en una ventana nueva, quien nos ayuda a concienciarnos sobre la toma de esta medicación.

Para qué sirven los antibióticos

Hay que ser precavidos con la toma de antibióticos, ya que no se pueden utilizar de manera generalizada en casos en los que no se está seguro el origen de la infección. De hecho, esto puede resultar contraproducente tanto para la persona que los toma, como para toda la población. Por esta razón, a la hora de prescribir los antibióticos, los profesionales también deben ser prudentes.

Resistencia a los antibióticos: qué lo causa

Los antibióticos están indicados para tratar las infecciones causadas por bacterias. Por eso no resultan útiles para acabar con infecciones causadas por virus, como la gripe, o por protozoos, como la malaria.

Por qué una bacteria es resistente al antibiótico

Debemos tener en cuenta que, aunque con el uso del antibiótico atacamos a la bacteria causante de la infección que se quiere tratar, al mismo tiempo eliminamos otras cepas diferentes con funciones neutras o incluso positivas para el organismo. Como respuesta, estas son sustituidas por otras bacterias resistentes a los antibióticos, lo que perjudica al equilibro natural de la flora.

En resumen, la toma de antibióticos barre los nichos ecológicos, dejando espacio a otras bacterias más resistentes, que hacen que el organismo responda peor a la medicación cuando realmente es necesaria. Por este motivo, es fundamental prescribir el antibiótico de forma precisa; de no ser así, se pone en riesgo al paciente de cara al futuro.

Cuando el antibiótico no funciona: qué se recomienda

En el tratamiento de las infecciones recurrentes, como las de orina o de garganta, existen casos en los que la continua prescripción de antibióticos no logra eliminar la infección. En estas situaciones, es recomendable examinar la causa original, ya que puede haber un problema anatómico o funcional que provoca la repetición de la infección, o que se trate de un caso en el que el uso de un determinado antibiótico no sea lo más adecuado.

Antibióticos en la infancia con precaución

Antes de dar cualquier antibiótico a un menor, es fundamental ser precavido y siempre consultarlo con el especialista en Pediatría. Afortunadamente, en la actualidad, existen varias técnicas para disminuir la incertidumbre diagnóstica, que nos ayudan a evitar la prescripción de un antibiótico cuando no hay una necesidad real. Un ejemplo de ello es el strepto-test de la garganta con el que se descarta la infección bacteriana de forma muy rápida, evitando así la toma innecesaria de antibióticos. Antes esto requería más tiempo de espera y, en ocasiones, los pediatras tenían que indicar esta medicación sin confirmar la presencia de una infección bacteriana, lo que podía contribuir a fomentar la resistencia a los antibióticos desde muy pequeños.

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