El aumento de los casos de bullying o acoso escolar ha hecho que muchas familias se planteen cómo saber si su hijo está siendo víctima de este maltrato. En ocasiones, los cambios de gustos, de ánimo y otras señales pueden alertarnos de lo que está ocurriendo en el colegio o el instituto.

Ahora, además, son más frecuentes los casos de ciberacoso o ciberbullying, cuando el maltrato se da a través de internet con ayuda de las redes sociales. Esto tiene un efecto muy perjudicial, ya que la víctima también se ve instigada fuera de las horas lectivas y de manera pública en toda la red.

Ante estas situaciones, ¿cómo pueden ayudar los padres? Hemos acudido a la consulta de la psicóloga infanto-juvenil Victoria Meléndez López, del Hospital Quirónsalud TorreviejaEste enlace se abrirá en una ventana nueva, quien nos ayuda a identificar el acoso escolar a través de ejemplos y nos indica los pasos para afrontarlo.

Qué es bullying o acoso escolar

Se refiere al trato denigrante proporcionado por uno o varios menores a otro más débil. Esto lleva a la víctima del maltrato a una situación de humillación e indignidad que pone en riesgo su integridad moral, física o psicológica.

Es fundamental diferenciar el acoso escolar, que es un maltrato continuado e intencionado, de un suceso aislado o temporal. Además, existe un desequilibrio de poder, por lo que el menor víctima de bullying se encuentra indefenso frente al agresor, que tiene mayor poder físico, psicológico o social.

A todo esto se suma la pasividad del grupo que no actúa mientras suceden las conductas de acoso.

Ejemplos de bullying escolar

El acoso escolar pueden ser agresiones físicas, como golpes, patadas, empujones, robar sus cosas, o acoso sexual, o verbales, por ejemplo, insultos, desprecios con risas o rechazos, amenazas, aislamiento, chantajes, uso de motes o mentiras para referirse a la víctima, entre otras conductas.

Ciberacoso o ciberbullying, el acoso escolar también se puede realizar en internet

Ciberbullying: el acoso en las redes sociales

Actualmente, el acoso escolar también se puede realizar en internet, con el uso de las redes sociales o los mensajes del teléfono móvil. Su intención es perjudicar a la víctima con el envío de mensajes o de imágenes íntimas sin su consentimiento, lo que se conoce como sexting.

Hay que advertir que este tipo de ciberacoso o ciberbullying puede causar un efecto más perjudicial en el menor, debido a que todo lo que se publica queda visible a más compañeros y dura más tiempo.

Cómo saber si tu hijo sufre acoso escolar

Cada niño puede manifestar distintos síntomas que alertan del acoso escolar. Por eso, es tan importante educarles para que confíen en los padres. Esto ayuda a detectar cualquier cambio en el menor.

Algunos de los signos de alarma del bullying en la infancia o la adolescencia pueden ser:

  • No quieren asistir a clase.
  • Dejan de tener interés por cosas que antes les ilusionaban.
  • No tienen amigos.
  • No cuentan historias de clase.
  • Pierden el apetito, duermen mal, vomitan o manifiestan ansiedad.
  • Mienten.
  • Se muestran irritables o enfadados sin que exista una razón.
  • Casi no se ríen, están tristes y meditabundos, cambian su estilo y tienden a bajar la mirada.
  • Deja de gustarles su ropa.
  • No quieren estar con otros menores, tampoco quieren jugar fuera de casa o evitan hacer planes con amigos.
  • Escriben notas que no permiten leer o hacen dibujos que hablan por ellos.
  • Evitan salir en las fotografías, oponiéndose a cualquier prueba que muestre su imagen porque tienen vergüenza de sí mismos.

Qué pueden hacer los padres

Para ayudar a un niño que está siendo víctima de bullying debemos tener en cuenta estas 8 recomendaciones:

1. Escuchar qué ha ocurrido

Lo primero es escuchar a nuestro hijo y mantener una comunicación efectiva. Para conseguirlo, debemos formular preguntas abiertas, como, por ejemplo, cuéntame qué es lo que ha pasado, cómo te sientes o desde cuándo crees que está ocurriendo.

2. Validar cómo se siente

Hay que evitar echarle la bronca o decirle qué tiene que hacer. En lugar de eso, hay que tratar de validar sus emociones usando frases como "entiendo que estés frustrado", "entiendo que estés triste", "entiendo que estés enfadado" o "entiendo que tengas miedo".

Lo principal es crear un ambiente de confianza y de seguridad para que el menor pueda expresarse. Así, tras descargar todas sus emociones, se sentirá con más capacidad para afrontar la situación.

3. Hablarle con cuidado y atención

Debemos poner atención a la manera en que nos comunicamos con el menor, así como en los mensajes que le transmitimos. Hay que tener en cuenta que si ha perdido la confianza en sí mismo y en su entorno, se ve como si fuera un despojo. Para cambiar esto se requiere un proceso lento en el que entenderán que sí son queridos y valorados y que poseen virtudes.

4. Proporcionarle seguridad

Es importante aportarle seguridad en sí mismo, decirle piropos, y nunca culparle por la situación. Los culpables son los que realizan el acoso. Si el menor se siente comprendido, será un comienzo para aumentar su seguridad.

5. Destacar sus virtudes

Un menor que se siente querido en casa es menos vulnerable a los rechazos o insultos. Por eso, es esencial que los padres aporten confianza a sus hijos, les hagan sentir queridos, les muestren que tienen multitud de virtudes y les hagan sentir que no están solos y que, por tanto, cuentan con el apoyo de los padres.

6. Enseñarle a defenderse sin violencia

Podemos ayudarle a defenderse desde la asertividad, por ejemplo, acudiendo a adultos de confianza, ignorando o rechazando. Y, en casos necesarios, los padres pueden solicitar ayuda especializada de la mano de un profesional.

Acoso escolar o bullying: cómo detectarlo y qué hacer

7. Buscar un nuevo grupo de amigos

Es recomendable ayudarle a encontrar nuevos amigos, por ejemplo, inscribiéndoles en actividades extraescolares. Los menores necesitan la aceptación social, especialmente en la adolescencia, y además el juego es una actividad que no se puede sustituir.

8. Comunicarlo al centro escolar

Es recomendable comunicarlo al colegio, profesores y dirección, y asegurarnos de que se realiza algún tipo de actuación. La víctima debe sentirse protegida y acompañada, y el agresor debe ser sancionado lo antes posible. En casos graves de amenazas o agresiones físicas, es aconsejable aplicar medidas inmediatas.

Efectos negativos del acoso escolar

Puede tener consecuencias muy graves a nivel físico y mental, debido a que las agresiones son continuas. Además, observan que están siendo discriminados por su aspecto, su religión, su nacionalidad o una deficiencia física o psíquica. Todo esto puede afectar a su salud mental, provocando efectos negativos como:

  • Flashbacks y terror, recordando momentos en los que han sido rechazados o despreciados.
  • Frustración, ansiedad o estrés tanto a corto como a largo plazo.
  • Depresión, tristeza, pérdida de esperanza, falta de comprensión o sensación de que no hay salida.
  • Bajada de autoestima. El niño se quiere menos a sí mismo a medida que aumenta el acoso.
  • Pesadillas frecuentes, que pueden durar años, falta de seguridad y carácter introvertido con problemas para confiar en otras personas, como una fobia social.
  • Dolores psicosomáticos. Si el menor no puede tratar la angustia, puede somatizarlo, manifestando dolor de cabeza, malestar en el abdomen, problemas para dormir o incontinencia por la noche o el día.
  • Agresividad. Algunas de las víctimas de bullying pueden pasar a ser maltratadoras debido a que la violencia se convierte en algo aceptable en sus vidas.
  • Suicidio. En el peor de los casos, si la víctima de acoso escolar no encuentra salida a lo que está ocurriendo y se dan además otras variables.

Prevención del acoso: es cosa de todos

Existen actuaciones preventivas que pueden provocar, a corto y largo plazo, un cambio en la sociedad. Una medida eficaz podría ser sensibilizar y ofrecer formación tanto a los menores como a los profesores y las familias. En el caso del alumnado, otra actuación preventiva consistiría en explicarles qué hacer, como, por ejemplo, hablar, contar lo que ha ocurrido y buscar ayuda.

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