Piedras en la vesícula: qué son y cómo se tratan
Te explicamos sus síntomas y los tratamientos más habituales
La colelitiasis o litiasis biliar, comúnmente conocida como piedras en la vesícula, es una de las enfermedades vesiculares más frecuentes. Consiste en la presencia de uno o varios cálculos en la vesícula, un pequeño órgano situado debajo del hígado que almacena la bilis (líquido que produce el hígado y que resulta esencial en la digestión de las grasas de los alimentos).
¿Qué contienen los cálculos llamados "piedras"?
Estos cálculos son depósitos sólidos que se forman y acumulan dentro de la vesícula y que pueden ocasionar diversas complicaciones como una obstrucción del ducto biliar que impida la salida de la bilis, una infección o una colecistitis. Estos depósitos pueden estar compuestos de colesterol, bilirrubina o sales biliares y pueden tener diferentes tamaños. Cuando un cálculo grande bloquea la vesícula biliar o alguno de los ductos biliares produce un cólico biliar.
Prevalencia de los cálculos biliares
Los cálculos biliares representan una de las principales enfermedades del aparato digestivo, con una prevalencia media-alta en nuestro país. Según afirma el doctor Pedro Machado Liendo, especialista en cirugía general y del aparato digestivo del Hospital Quirónsalud San José, "algunos estudios hablan de que el 5% de la población en España desarrollará a lo largo de su vida patología vesicular". La colelitiasis es una afección más frecuente en mujeres y en personas mayores de 50 años, aunque existen otros factores de riesgo relacionados con la aparición de la enfermedad como son la obesidad, los antecedentes familiares, la diabetes o la cirrosis hepática.
Síntomas más frecuentes de las piedras en la vesícula
En cuanto a la sintomatología cabe destacar que no todos los pacientes presentan dolores o manifestaciones de la presencia de cálculos biliares y, en ocasiones, las piedras se descubren en exámenes rutinarios o en otras pruebas médicas de control. Sin embargo, cuando los cálculos son más grandes sí suelen causar dolor, inflamación o cólicos. Incluso, en determinadas ocasiones la enfermedad puede presentarse de forma más severa y causar complicaciones que deriven en una colecistitis aguda, en una pancreatitis o una peritonitis biliar.
Los principales síntomas de la colelitiasis o litiasis biliar son:
- Cólico biliar: un dolor súbito e intenso que aparece en la parte derecha del abdomen y que puede irradiarse al hombro o al omoplato derechos
- Digestiones pesadas, náuseas y vómitos
- Fiebre y escalofríos
- Ictericia
Cómo se diagnostican las piedras biliares
Existen diferentes pruebas para diagnosticar esta patología dependiendo del historial clínico y la sintomatología que describe el paciente. En general, se suelen realizar:
- Pruebas analíticas. Una analítica de sangre mostrará los parámetros que indiquen el correcto drenaje biliar.
- Pruebas de diagnóstico por imagen como la ecografía abdominal, una prueba que resulta especialmente efectiva en estos casos. Además, "En algunos casos están indicadas pruebas adicionales como el TAC abdominal o ColangioRMN", según afirma el Dr. Machado.
Tipos de tratamientos para los cálculos
El tratamiento variará en función del estado y la gravedad de la enfermedad y de los síntomas que presente el enfermo. Así, en pacientes con colelitiasis asintomática no será necesaria la cirugía y se optará por llevar a cabo un seguimiento exhaustivo para ver cómo avanza la enfermedad, mientras que en pacientes que presentan síntomas o complicaciones se optará por el tratamiento mediante medicamentos o por la cirugía.
En los casos en los que se detecta una litiasis vesicular se recomienda la extirpación quirúrgica de las piedras por cirugía laparoscópica o mínimamente invasiva. El doctor Machado explica que en este tipo de cirugía por vía laparoscópica "el dolor postoperatorio es leve o moderado durante las primeras 24-48 horas y cede con analgesia convencional. Además, la reincorporación al trabajo y a la vida normal suele ser a la semana de la intervención quirúrgica". Otras de las ventajas que presenta este procedimiento son;
- reducción del tiempo de estancia hospitalaria
- menor riesgo de complicaciones frente a una cirugía abierta
- un cuidado más sencillo de las pequeñas heridas provocadas por las incisiones.
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