Quemaduras por el sol: cómo cuidar la piel
Claves para no quemarse la piel en la playa o la piscina, y cómo actuar en caso de que ocurran estas lesiones
Si este verano vas a la playa, la piscina o la montaña, no te olvides de proteger tu piel de los rayos de sol como se merece. El fotoprotector debe ser el complemento indispensable durante tus vacaciones para no acabar con la piel enrojecida, llena de ampollas y descamada. Es lo que se conoce como quemaduras solares, cuyos síntomas pueden ser muy graves, en especial en los niños.
Para saber cómo prevenir estas lesiones en verano, hemos acudido a la consulta de la doctora Lisset María Sardá Pérez, jefa de la Unidad de Dermatología Integral Avanzada del Hospital Quirónsalud Alicante, quien además nos indica qué hacer en caso de quemarnos.
Cómo no quemarse la piel con los rayos de sol
Lo primordial es no exponerse al sol para prevenir las quemaduras solares, especialmente durante las horas de mayor intensidad. Si aun así debemos salir de casa, es importante utilizar ropa con protección de rayos UV, sombrero y gafas de sol.
No conviene olvidar el uso de protector solar, que en la actualidad cuenta con una amplia gama de formatos, en espray, crema o en barra. Por lo tanto, podemos elegir el que nos resulte más fácil de utilizar y que también sea adecuado para nuestro tipo de piel.
Quemaduras solares: signos de alerta
Las primeras señales de que nuestra piel se ha quemado aparecen una hora después de la exposición al sol o a las lámparas solares.
Cuando se trata de una quemadura leve, la piel cambia de color, se vuelve más roja y se nota caliente debido a que se incrementa la temperatura del cuerpo. También puede doler e incluso estar sensible al tocarla o rozarla.
En cambio, la quemadura grave por el sol provoca los siguientes síntomas: inflamación, ampollas, náuseas, mareos, dolor de cabeza, debilidad, deshidratación, fiebre y escalofríos.
Consejos para sanar la piel quemada por el sol
La piel deteriorada se desprende y necesita varias semanas para recuperarse. Las nuevas capas no son tan gruesas y tienen una mayor sensibilidad a la luz, por lo que es fundamental insistir en su protección solar.
Además, el uso de aloe vera, cremas hidratantes que no contengan perfume, o compresas frías puede ayudar a aliviar las molestias de la quemadura solar. En caso necesario se puede consultar con el médico la prescripción de antiinflamatorios o cremas de corticoides para calmar la zona. Igualmente, la toma de AINEs, medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, permite atenuar el dolor y la hinchazón de la piel.
Por otro lado, para las quemaduras solares más graves que se infectan o producen ampollas en la piel, el especialista puede recomendar el uso de cremas antibióticas y antibióticos sistémicos para tratarlas.
Medidas para proteger a los niños del sol
Los bebés de menos de 6 meses no deben exponerse al sol, y tampoco se aconseja utilizar filtros solares.
A partir de esa edad, es fundamental utilizar fotoprotectores con un FPS de 30 o más, contra la radiación UVA y UVB, y que además sean resistentes al agua. Es importante que, por lo menos cinco minutos antes de salir, los apliquemos en todas las zonas del cuerpo expuestas, usando una cantidad suficiente para que no disminuya su protección.
Además, a las dos horas debemos repetir la aplicación, o a los 40 minutos si el menor está bañándose, practicando ejercicio o sudando demasiado, y de nuevo al secarse con la toalla.
Quemaduras solares en la infancia: cómo tratarlas
Si, aun tomando las precauciones necesarias, el menor sufre una quemadura por el sol, es fundamental hidratarlos con frecuencia, ya que tienden a perder fluidos corporales con más rapidez, lo que puede favorecer su deshidratación. Asimismo, debemos seguir recomendaciones similares con los adultos.
En el caso de que se trate de bebés de menos de un año o de mayores de esta edad con ampollas, fiebre y dolor, lo más adecuado es consultarlo de forma urgente con el médico.
Cabe añadir que exponer al sol a los niños en exceso puede conllevar complicaciones futuras como lesiones oculares, trastornos sistémicos, efectos en el sistema inmunitario e incremento de forma exponencial la probabilidad del cáncer de piel.
Orientador de salud personal
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