Que los niños necesitan horas de sueño no es una novedad, y que el descanso es imprescindible para que rindan al día siguiente, tampoco. Sin embargo, se está produciendo un aumento de casos de déficit de descanso infantil. De hecho, se calcula que el 27% de los niños de 5 a 12 años tiene problemas para irse a dormir. Según el doctor Gonzalo Pin Arboledas, especialista en Pediatría y Sueño, esta falta de sueño se traduce en dificultades para atender en clase.

Relación entre sueño yrendimiento-escolarRelación entre sueño yrendimiento-escolar

Pese a que el déficit crónico del sueño en los niños puede tener múltiples orígenes, lo cierto que es que en demasiadas ocasiones está causado por los horarios que les imponemos (o les permitimos) y por el mal uso de los dispositivos. "El horario de los niños está ajustado, la mayoría de las veces, al de los adultos y no al revés. Esto genera que los pequeños empiecen tarde el proceso inicial del sueño aunque luego tengan que madrugar porque las clases comienzan pronto, lo que les genera un déficit de descanso", explica el especialista. Por otro lado, cada vez está más extendido el uso diario de móviles, tablets y otras pantallas, que también son perjudiciales, ya que "la luz de estos aparatos provoca una activación cerebral que impide al niño dar comienzo a la fase de sueño".

Pero la falta de sueño no solo es responsable de la ausencia de concentración, sino que puede provocar agresividad. "Se ha comprobado que incrementando la oportunidad de dormir se reduce la agresividad en las aulas, tal y como hemos demostrado en el estudio que el Hospital Quirónsalud ValenciaEste enlace se abrirá en una ventana nueva está haciendo con el Ayuntamiento de Silla con fondos de la Unión Europea", nos detalla el doctor Pin.

Este estudio conocido como Proyecto Shastu (Sleep Habits in Student’s Performance), que acaba de concluir, tenía como objetivo profundizar en la influencia del sueño y del descanso en el estado emocional y físico del estudiante, así como en su capacidad de aprendizaje. Para ello se ha trabajado no solo en mejorar las horas de sueño sino también las condiciones en las que se realizan las actividades diarias (luz, ventilación, horarios, situación de los alumnos en clase, música suave al entrar…). Pues bien, las conclusiones no han podido ser más claras: tras adoptar las pautas marcadas los alumnos reconocen tener menos sueño en clase, menos problemas para dormir y se han reducido en más de la mitad los problemas de conducta en clase.

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