Si bien es cierto que podemos estar tranquilos con las medidas de salubridad e higiene que se exigen en las inspecciones de Sanidad y Veterinaria que garantizan que los productos que compramos y consumimos en los establecimientos son seguros, no podemos decir lo mismo de su calidad nutricional. Muchas veces no sabemos (o no nos paramos averiguar) si los alimentos y bebidas que ingerimos son saludables o no, y tampoco nos fijamos en si los ingredientes que contiene pueden ser dañinos para nuestra salud. Esta falta de información puede resultar especialmente perjudicial cuando se trata de comida basura.

Por qué se consume comida basura

Es lógico que, de vez en cuando, queramos darnos "un capricho" y disfrutar de unas patatas fritas con kétchup, una pizza o unas pastas dulces. No pasa nada. Consumir este tipo de comida de forma puntual no supone un peligro grave para la salud; el problema aparece cuando esta práctica se vuelve un hábito y los consumimos a diario, poniendo en peligro nuestra salud física y mental.

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Está claro que la comida rápida o fast food es una forma "económica", fácil y rápida de comer que nos permite llevar el ritmo de vida acelerado de nuestro día a día y dedicar el tiempo libre a otras actividades o al ocio, en vez de invertir tiempo preparando platos más elaborados (y saludables), u organizando el menú de toda la semana. Otras veces nos decantamos por este tipo de alimentos porque nos resultan apetitosos y sabrosos. Es común también decantarse por este tipo de platos en fiestas y celebraciones, o cuando estamos de vacaciones, algo más relajados, y descuidamos nuestra dieta.

¿Qué entendemos por comida basura?

Según el doctor Gonzalo Martín Peña, jefe de Endocrinología del Hospital Ruber InternacionalEste enlace se abrirá en una ventana nueva, "se considera comida basura a alimentos cocinados, precocinados o elaborados, que contienen por peso del producto, mucha sal, grasas saturada, grasa hidrogenada, azúcar, harinas o féculas e incluso sacarina". Es decir, alimentos que contienen muchas calorías en poca cantidad de producto y que carecen de otras sustancias ricas para nuestro organismo como la fibra, las vitaminas, los minerales o los antioxidantes.

Los riesgos del consumo habitual de fast food

Cuando la comida basura se cuela en nuestra dieta diaria se contribuye al desarrollo de:

  • Obesidad. Los elevados índices de grasas saturadas, azúcares, harinas o fécula e hidratos de carbono, entre otros, favorecen el aumento de peso descontrolado.
  • Diabetes. Este tipo de alimentos contienen sustancias que pueden modificar la flora intestinal, favoreciendo el desarrollo de resistencia insulínica, la predecesora de la diabetes tipo 2.
  • Enfermedades cardiovasculares. La cantidad de grasas (saturadas y trans) que contienen estos alimentos producen un nivel mayor de colesterol malo en sangre y aumenta el riesgo de sufrir enfermedades coronarias.
  • Carencias nutricionales. La falta de determinados nutrientes esenciales puede provocar algún tipo de deficiencia o trastorno.
  • Depresión. Algunos estudios científicos muestran que las personas que consumen mucha comida basura presentan un riesgo mayor -de un 51 %- de desarrollar depresión, frente a aquellas personas que no se alimentan de este tipo de comida.

Un consejo del doctor

Además de reducir o evitar el consumo de este tipo de alimentos, el Dr. Martín Peña aconseja "leer las etiquetas y evitar los alimentos que lleven grasas y/o aceites hidrogenados, azúcares añadidos, una proporción importante de harinas refinada, sal y sacarina"

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