Llega el verano y el buen tiempo y, por tanto, las ganas de lucir tipo con nuevos modelos más frescos y ligeros. En diferentes medios aparecen artículos, anuncios y vídeos que hablan sobre la conocida "operación bikini", proponiendo diferentes trucos y secretos para conseguir una figura ideal en tiempo récord. Tomar la decisión de empezar una dieta para mejorar nuestra figura y nuestro estado de salud puede ser positivo, siempre y cuando lo hagamos con sentido común y bajo la supervisión de un médico o especialista en nutrición que nos ayude a conseguir nuestro objetivo de forma sana. Sin embargo, realizar dietas extremas y sin control, en las que se produce una pérdida de peso rápida, puede resultar perjudicial para nuestra salud, tanto física como mental.

El impacto negativo de la "operación bikini"

El riesgo de la operación bikiniEl riesgo de la operación bikini

La idea de la "operación bikini" (y lo que conlleva hacerla) puede resultar perjudicial para cualquier persona si se convierte en una obsesión, pero puede ser especialmente peligrosa en aquellos colectivos más vulnerables a ciertos temas de estética, como el de las jóvenes y adolescentes que luchan por lucir buen tipo en verano para ver reforzada su autoestima. Está comprobado que el inicio en las dietas es uno de los factores de mayor riesgo de los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA), y si a ello sumamos que durante estas "fechas de riesgo" muchas jóvenes compiten por tener el mejor cuerpo y por estar más delgadas en poco tiempo, el tema puede convertirse en un problema de salud grave.

Aunque a veces no seamos conscientes de ello, los medios y las redes sociales pueden tener un impacto negativo en este problema de salud pública. En este sentido, la doctora Marina Francisca Díaz Marsá, especialista en Psiquiatría, opina que es necesaria una reflexión y concienciación real sobre el problema y que "la sociedad debe dejar de ‘jugar’ con ciertos términos, aunque se piense que son ‘titulares con gancho’, especialmente durante las fechas de mayor riesgo.

Los Trastornos de Conducta Alimentaria en cifras

En la actualidad, los TCA siguen siendo uno de los principales problemas de salud mental entre la población adolescente juvenil. Se calcula que, cada 18 meses, más de un 4% de adolescentes españolas inician conductas anoréxicas o bulímicas, una cifra que seguirá aumentando si no tomamos consciencia del problema real que supone. Además, estos trastornos se producen cada vez a edades más tempranas, en niños y niñas que aún no han alcanzado la pubertad.

La anorexia y la bulimia nerviosa son dos de los trastornos más presentes de entre los tipos de TCA, aunque existen otros como el trastorno por atracón, la ortorexia o la vigorexia. Además, es importante resaltar que las personas que padecen un TCA tienen mayor riesgo de sufrir otro tipo de trastornos de salud mental y enfermedades físicas.

Importancia de la detección temprana

La detección y el tratamiento precoces son esenciales en los Trastornos de Conducta Alimentaria. Es importante que la familia y los amigos estén pendientes de posibles cambios en la actitud o comportamiento de la persona en cuanto a hábitos alimentarios y conductas relacionadas con su imagen física y corporal. Según la doctora Díaz, "Los padres deben estar alerta ante la inquietud de sus hijas por su figura. Máxime si empiezan hablar de amigas que han adelgazado, se enojan porque creen que tienen celulitis o piernas gruesas, solicitan de forma urgente cambios en la dieta en el hogar o instan a que se pague un gimnasio".

Señales de alerta para detectar las TCA

Algunos de los indicios que nos pueden hacer sospechar de la presencia de un TCA son:

  • Inicio de una dieta restrictiva sin motivo y sin control médico
  • Estado de preocupación constante por la comida y por la imagen
  • Realizar ejercicio físico de forma compulsiva con el fin de adelgazar
  • Evitar ciertos alimentos o comidas
  • Encerrarse en el baño durante un rato largo después de las comidas
  • Obsesión por ocultar partes del cuerpo o esconder la figura
  • Cambio de carácter, retraimiento social y aumento de la ansiedad o irritabilidad.
  • Amenorrea y signos físicos de desnutrición
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